El Santo Cáliz llegó Valencia desde Zaragoza en el primer cuarto del siglo XV

por | Jun 5, 2021 | Empresas | 0 Comentarios

El Santo Cáliz llegó Valencia desde Zaragoza en el primer cuarto del siglo XV

El recorrido histórico coincide con el Camino del Santo Grial que incluye Huesca, Zaragoza y Teruel.

Esta mañana en el seminario organizado por Aula Grial entorno a “La Valencia que recibió al Santo Cáliz”, la Dra. Ana Mafé García ha realizado una ponencia sobre el devenir histórico del Santo Cáliz de la Catedral de Valencia en territorio hispano.

Con el título “Margarita de Prades, un testamento conflictivo” ha explicado los lugares por donde transitó esta sagrada reliquia basándose exclusivamente en documentación de archivos históricos y en estudios catalanes.

En el comienzo de su clase magistral ha presentado una metodología de estudio propia de la Humanidades.

Primero, ha comentado la necesidad de establecer «el estado de la cuestión» e identificar qué se ha dicho sobre el recorrido hispano del Santo Cáliz.

Para ello ha citado el estudio más importante realizado hasta la fecha y que se centra en la documentación de archivo del Santo Cáliz.  Nos referimos a la tesis doctoral Las reliquias de la Capilla Real en la Corona de Aragón y el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia (1396-1458) que la Dra. Catalina Martín Lloris presentó en noviembre del año 2010 en la Universitat de València.

Tras el estudio de la documentación, la Dra. Mafé ha elaborado en base a la crítica y al análisis de la documentación estudiada (entre ellos el libro del Dr. Antonio Beltrán de 1960) el camino histórico de la reliquia. Alegando con documentación de archivo todos y cada uno de los espacios cronológicos que contemplan su historia desde el año 1399 hasta el 18 de marzo de 1437.

Para poder establecer con solvencia académica dónde se encontraba el Santo Cáliz en cada uno de esos momentos históricos, se ha estudiado y expuesto los lugares donde se coronan los reyes de Aragón y se ha relacionado ese momento histórico con la documentación existente en el Archivo de la Corona de Aragón, en el Archivo de la Catedral de Valencia e, incluso en la obra La real capilla de Santa Agueda, del palacio de los reyes de Aragón, en Barcelona: notas histórico-críticas de Buenaventura Bassegoda y Amigó, publicado en Barcelona en 1895.

La exposición ha comenzado dando las gracias a la Dra. Catalina Martí Lloris por su extraordinario trabajo de investigación.

Seguidamente la Dra. Mafé ha comenzado a enumerar uno a uno los más de treinta documentos que ha presentado en base a la cronología de los reyes de la Corona de Aragón que pretendieron el Santo Cáliz, empezando por el rey Martín I de Aragón, llamado también el Humano o el Viejo (1356 -1410) quien juró los fueros en Zaragoza ante las Cortes el 13 de octubre de 1397 y fue coronado el 23 de abril de 1399 en la Seo de Zaragoza.

Tras su coronación solicitó hasta en tres ocasiones en 1399 el Santo Cáliz al abad del Real Panteón Monasterio de San Juan de la Peña. Dato que descubrió la Dra. Martí Loris y que se corresponde con la afirmación del documento de entrega (el Pergamino 136 del Archivo de la Corona de Aragón, de 26 de septiembre de 1399).

“el excelentísimo príncipe y señor Don Martín, (…) haya deseado y procurado con ahínco tener en su capilla real aquel Cáliz de piedra en el cual nuestro Señor Jesucristo, en su santa cena, consagró su preciosa sangre, (…) al señor Rey, estando en la capilla menor del Palacio de la Aljafería de la ciudad de Zaragoza”.

Este documento deja claro que en septiembre de 1399 el Santo Cáliz que hasta entonces estaba en el Real Panteón Monasterio de San Juan de la Peña, fue entregado al rey Martín I, en la ciudad de Zaragoza y depositado en su capilla real.

Las reliquias en el Medievo, pese a ser objetos muebles, una vez depositadas en “suelo sagrado” no son elementos que puedan ser trasladados alegremente. Necesitan ser custodiadas por un responsable que responda por ellas (vinculado al clero) y solo pueden trasladarse con el debido permiso, por escrito y por motivos razonados.

Que los reyes puedan realizar cortes itinerantes en cualquier parte de su reino e incluso allende de sus fronteras, no significa que viajen con su relicario a cuestas. Eso es impensable, no solo por motivos de seguridad, sino también porque su transporte requiere costosos cofres de madera además de animales de tiro.

Las reliquias, y en este caso, el Santo Cáliz no son un ajuar o una joya «personal que se pueda lucir como propia». No son un objeto transportable y fácil de mostrar como puede ser un collar, una diadema o cualquier otro objeto de poder utilizado por la realeza (báculo, espada, escudo, yelmo, etc.).

En este contexto de estudio la Dra. Mafé ha expuesto los documentos en los que figuran las reliquias donadas por el rey Martín el Humano a la real capilla de Barcelona. Y, entre todos ellos, no hay una sola acta en todo el Archivo de la Corona de Aragón que cite la presencia del Santo Cáliz en la ciudad condal.

En cambio, en 1408 sí figuran como donadas «la sangre de Cristo, el Lignum sanctas Crucis, las tres espinas de la corona, la esponja, la camisa, la parte de la túnica de las bodas de Canaa, la Verónica, el brazo de San Jorge y San Luis, el cuerpo de la beata Marina, San Martín» entre otras.

Estos listados se han cotejado con la obra de Buenaventura Bassegoda y Amigó, publicada en Barcelona en 1895 y se ha constatado en el propio texto del autor que la reina viuda Margarita de Prades dispuso de todo el relicario su marido regalando piezas a iglesias y conventos.

Hay un error garrafal en la obra del Dr. Beltrán. Un error de interpretación que adolece de una mínima investigación documental, tal vez porque durante su estudio él estaba en «otras cuestiones» del Santo Cáliz.

Sin embargo, en su texto afirma con total ligereza que, el inventario que se realiza en Barcelona a la muerte del rey Martín el Humano, «demuestra que el Santo Cáliz está en Barcelona».

En dicho inventario se describe al Santo Cáliz con una tremenda falta de respeto. Tema que él mismo señala como «fuera de lugar».

De modo equivocado el Dr. Beltrán señala que la pieza está en Barcelona. ¡Error! El Dr. Beltrán desconoce que el inventario se realiza en Barcelona porque los celestinos, orden que se encargaba de la custodia de las reliquias en la ciudad condal, interponen una demanda a la reina viuda Margarita de Prades para «recuperar» el grueso del relicario real de Martín el Humano. Y para ello, necesitan crear este inventario.

Como el 1960 el Dr. Beltrán no realiza estudio alguno sobre el testamento de Martín el Humano, ni tampoco sobre los distintos inventarios que, a lo largo de la historia recibe la capilla real de Barcelona, toma por «cierto» que el Santo Cáliz estuvo en esta capilla.

Un error que han perpetuado todos quienes se han limitado a copiar las palabras de este brillante arqueólogo que, tomó el estudio de un «documento de inventario» como una verdadera «acta de entrega». Un error grave.

Por tanto, si algo ha dejado claro el estudio paleográfico y documental de la historia viajera del Santo Cáliz es que, desde Zaragoza la sagrada reliquia se trasladó hasta Valencia siendo el año 1415, seguramente para el casamiento de la realeza aragonesa en la Catedral de Valencia.

Para quienes tengan dudas, pueden estudiar la «inestabilidad social» que imperaba en los condados, cosa que hacía inseguro a todas luces, dejar cualquier tipo de tesoro que pudiera ser saqueado en la seo de Barcelona.

Finalmente, Alfonso el Magnánimo llega a un acuerdo con Margarita de Prades para recuperar el relicario real. Antes, el rey Fernando de Antequera, ya la había defendido frente a las pretensiones de los celestinos.

Alfonso traslada la corte a Valencia y manda traer el resto de sus tesoros al extinto palacio real de Valencia donde su mujer y lugarteniente María de Castilla lleva años viviendo.

Conclusión, el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia no figura en ningún documento de archivo, en ninguna donación real ni en ninguno de los inventarios realizados sobre las reliquias depositadas en la capilla real de Barcelona. Por tanto, no hay documento que avale esa afirmación, siendo una especulación sin fundamento.

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